¡FIJEMOS NUESTRA MIRADA EN JESÚS!
Mural pintado por los jóvenes de la Congregación de Pilar, Bs. As. |
¿Alguna vez te enredaste con algo
en los pies y te molestaba para caminar? ¿Y qué hiciste? O te tropezaste o te
detuviste y hasta que no lograste sacar eso que te molestaba, no continuaste tu
camino.
El texto de Hebreos 12:1-11 nos
llama a dejar a un lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos enreda y para eso nos invita a mirar a nuestro alrededor a tantas personas que han demostrado su fe
y que justamente hicieron eso, quitaron de su camino todo lo que los estorbaba
y los enredaba y así pudieron correr con fortaleza la carrera de la fe, de la
vida eterna, de la salvación y aún lo siguen haciendo.
¿Conoces a esas personas?
Estuvieron, están y estarán en tu congregación. Acercate y preguntales cómo
hicieron. Seguramente te sorprenderás que para despojarse del estorbo y del
pecado es necesario el arrepentimiento y la confesión de tus pecados y la fe en
Cristo.
El autor del libro de Hebreos, compara la vida cristiana con
una carrera de atletismo, donde el participante lleva la vestimenta adecuada,
el calzado preciso y tiene muy en claro cuál es su meta y cómo tiene que hacer
para alcanzarla.
El único capaz de re-vestir-nos
adecuadamente (Gálatas 3.27) y de re-calzar-nos
precisamente (Salmo 66.9) es Cristo Jesús pues justamente... “de él procede nuestra fe y él es quien la
perfecciona”. (Hebreos 12.2).
Solamente fijando nuestra mirada en él, es decir, teniendo fe
en Cristo, podemos alcanzar la salvación. Jesús soportó la cruz, porque sabía
que después del sufrimiento tendría gozo y alegría y se sentó a la derecha del
trono de Dios (Hebreos 12.2). Porque Jesús murió y resucitó por nosotros, al
confesar nuestros pecados a él y con el corazón creer en su perdón, estamos
libres de todo estorbo y pecado. Nuestro pasado queda atrás y emprendemos
nuevamente la carrera.
Mientras vivamos en este mundo, recordemos que este ejercicio de
despojarse del estorbo y del pecado, es un ejercicio cotidiano y por eso el
autor del libro de Hebreos nos invita diciendo: “mediten en el ejemplo de Jesús, que sufrió tanta contradicción de
parte de los pecadores; por eso, no se
cansen ni se desanimen”.
Cuanto más practiquemos este ejercicio cotidiano, menos enredados y
estorbados estaremos del pecado y de las tentaciones del mundo y de nuestra
propia naturaleza pecadora. Estaremos seguros de que vamos por el camino angosto
(Mateo 7:14) que lleva a la salvación cuando siempre fijemos nuestra mirada en Jesús. Quiera Dios mantenernos siempre
entrenados. Amén.
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