lunes, 16 de abril de 2012

ENTRENADOS EN LA FE

¡FIJEMOS NUESTRA MIRADA EN JESÚS!

Mural pintado por los jóvenes de la Congregación de Pilar, Bs. As.

¿Alguna vez te enredaste con algo en los pies y te molestaba para caminar? ¿Y qué hiciste? O te tropezaste o te detuviste y hasta que no lograste sacar eso que te molestaba, no continuaste tu camino.
El texto de Hebreos 12:1-11 nos llama a dejar a un lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos enreda y para eso nos invita a mirar a nuestro alrededor a tantas personas que han demostrado su fe y que justamente hicieron eso, quitaron de su camino todo lo que los estorbaba y los enredaba y así pudieron correr con fortaleza la carrera de la fe, de la vida eterna, de la salvación y aún lo siguen haciendo.
¿Conoces a esas personas? Estuvieron, están y estarán en tu congregación. Acercate y preguntales cómo hicieron. Seguramente te sorprenderás que para despojarse del estorbo y del pecado es necesario el arrepentimiento y la confesión de tus pecados y la fe en Cristo.
El autor del libro de Hebreos, compara la vida cristiana con una carrera de atletismo, donde el participante lleva la vestimenta adecuada, el calzado preciso y tiene muy en claro cuál es su meta y cómo tiene que hacer para alcanzarla.

El único capaz de re-vestir-nos adecuadamente (Gálatas 3.27) y de re-calzar-nos precisamente (Salmo 66.9) es Cristo Jesús pues justamente... “de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona”. (Hebreos 12.2).

Solamente fijando nuestra mirada en él, es decir, teniendo fe en Cristo, podemos alcanzar la salvación. Jesús soportó la cruz, porque sabía que después del sufrimiento tendría gozo y alegría y se sentó a la derecha del trono de Dios (Hebreos 12.2). Porque Jesús murió y resucitó por nosotros, al confesar nuestros pecados a él y con el corazón creer en su perdón, estamos libres de todo estorbo y pecado. Nuestro pasado queda atrás y emprendemos nuevamente la carrera.

Mientras vivamos en este mundo, recordemos que este ejercicio de despojarse del estorbo y del pecado, es un ejercicio cotidiano y por eso el autor del libro de Hebreos nos invita diciendo: “mediten en el ejemplo de Jesús, que sufrió tanta contradicción de parte de los pecadores; por eso, no se cansen ni se desanimen”.

Cuanto más practiquemos este ejercicio cotidiano, menos enredados y estorbados estaremos del pecado y de las tentaciones del mundo y de nuestra propia naturaleza pecadora. Estaremos seguros de que vamos por el camino angosto (Mateo 7:14) que lleva a la salvación cuando siempre fijemos nuestra mirada en Jesús. Quiera Dios mantenernos siempre entrenados. Amén.