Es interesante observar cómo acomodamos los espacios en nuestra casa, qué posición tendrán los muebles, por ejemplo, en el living: ¿tendrá la televisión un lugar destacado? ¿Acaso no debería tener prioridad la Palabra de Dios?
¿Generamos un espacio en nuestro hogar para entablar charlas familiares? ¿Tal vez con un buen mate y una rica torta o churros? En nuestros tiempos donde "el tiempo apremia y parece no alcanzar las 24 hs" ¿será posible crear un espacio para la devoción familiar, la confesión y absolución de pecados? Sí, es posible y es necesario generar ese espacio, acomodar los muebles para eso, acomodar los horarios, encontrar el tiempo y el padre de familia puede dirigir esa reunión, puede ser un promotor de esos espacios junto a su esposa e hijos.
Confesar los pecados y dar la absolución en un espacio íntimo como la familia, es realmente muy gratificante. Sería fabuloso comenzar con una frecuencia semanal y luego ir aumentando a tal punto que dicha reunión se convierta en espacio necesario e irremplazable como la comida es irremplazable para nuestro cuerpo.
El Oficio de las Llaves (explicación que encontramos en el Catecismo Menor de Martín Lutero) se define como "el poder peculiar que nuestro Señor Jesucristo ha dado a su iglesia en la tierra, de perdonar los pecados a los penitentes y de retener los pecados a los impenitentes mientras no se arrepientan". Este oficio se administra de dos formas:
- Pública: en los cultos y de manera pública mediante el pastor elegido y llamado por la congregación cristiana local y que se puede distinguir claramente en el momento de la confesión y absolución de los pecados durante el culto.
- Privada: nadie es obligado a la confesión privada, no obstante, en ella el cristiano obtiene el consuelo de que se le otorga una absolución personal e inmediata (para no esperar hasta el día cuando se celebre un culto) donde al mismo tiempo puede pedir la remisión de los pecados que particularmente pesan sobre su corazón y agobian su conciencia (Cm. Pág. 166, edición 1981)
Aquel hijo o hija de Dios que comprenda correctamente este uso peculiar, es decir, espiritual, de la confesión y absolución de pecados, tendrá la capacidad Y LA ENORME RESPONSABILIDAD CRISTIANA de abrir o cerrar las puertas del cielo (llaves) dar vida y salvación o muerte y condenación a aquella persona que se le acerca buscando auxilio y ayuda divina.
Historias bíblicas como la del "Padre que perdonó a su hijo pródigo cuando éste regresó penitente" son excelentes historias para una charla familiar (Lucas 15:11-24). Otras referencias bíblicas pueden ser:
- Los Salmos Penitenciales: 6, 32, 38, 51, 102, 130, 143;
- El Fariseo y el Publicano (Lucas 18:13)
- Cuando Pedro lloró amargamente (Mateo 26:75)
Para pensar: "atan a tus manos y tus pies a una enorme piedra. Estas parado al borde de un abismo y en el fondo te esperan profundas y oscuras aguas. Si no confiesas tus pecados, esa piedra te arrastrará al fondo del abismo (atar/no perdonar tu pecado) y allí morirás para siempre. Pero si confiesas tus pecados, se te desatarán (desatar/perdonar tu pecados) las cadenas y solamente caerá la enorme piedra al fondo del abismo (tu pecado) pero tú has salvado tu vida. Ahora vuelve al camino angosto que lleva a la vida eterna. Cree en el Señor Jesús y será salvo, tú y tu casa. (Ref.: comparar con lo que dice Jesús en Mt. 18:6)
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